Domingo XVIII durante el año
Entrada: Queridos hermanos: las muchas riquezas no dan un sentido trascendente a la vida, por lo que no pueden ser la motivación fundamental de una existencia; no pueden ser el apoyo firme donde descanse la vida de una persona. Hoy se nos recuerda que Dios es el único que puede ser el apoyo seguro y permanente de la vida humana.Nos ponemos de pie. Cantamos:
1ª L.: Se nos recuerda sobre la vanidad de las riquezas y la caducidad de la vida del hombre en este mundo.
Escuchamos con atención.
2ª L.: El apóstol nos exhorta a quitar de nuestra vida la avaricia... ¡porque es una forma de idolatría!
Evangelio: Jesús advierte sobre el peligro de la codicia y su consecuente insensatez.
Nos ponemos de pie. Cantamos el Aleluya.
Escúchanos, Señor
- Que la iglesia proclame la grandeza del misterio de tu encarnación...
- Que nosotros vivamos y anunciemos riqueza del evangelio...
- Qué los cristianos caminemos con la certeza de la vida eterna...
- Que vivamos de la fuente de la vida y de la salvación...
- Que nuestro obispo se recupere satisfactoriamente y retome el servicio pastoral...
Ofrendas: Con los dones ofrecemos también el propósito de desterrar de nuestra vida la avaricia.
Cantamos:
Comunión: Jesús nos ayuda a poner los ojos en las cosas de arriba.
Cantamos:
Despedida/envío: María santísima nos ayude a poner nuestra seguridad en Cristo Jesús, su Hijo.
Cantamos:
Nada de lo humano puede garantizarme la vida indefinida ni darme la esperanza de lo eterno.
La herencia de este sabio es que el pensamiento de la muerte debe ayudarnos a vivir mejor; a valorar más nuestras opciones de vida, a distribuir mejor nuestros tiempos.
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