Domingo XXII durante el año
Entrada: Queridos hermanos: la palabra de Dios nos recuerda que “la humildad es la conciencia de la propia realidad a la luz de Dios; la mirada sobre uno mismo desde la mirada de Dios”.Iniciemos atenta y gozosamente la celebración del sacrificio redentor.
Nos ponemos de pie. Cantamos:
1ª L.: El sabio nos recuerda que el Señor es glorificado por los humildes.
Escuchamos con atención.
2ª L.: Nos hemos acercado a Jesús, mediador de la Nueva Alianza, y a su sangre purificadora.
Evangelio: Sólo el humilde tiene lugar en el corazón: (1) para amar y (2) y para servir desinteresadamente.
Nos ponemos de pie. Cantamos el Aleluya.
Jesús, paciente y humilde de corazón, escúchanos
- Que tu Iglesia anuncie la Buena Noticia a toda la humanidad... - Que los gobernantes sirvan a los pueblos con honestidad y sabiduría...
- Que los bautizados crezcamos en humildad y en servicio desinteresado...
- Que te sigamos por el camino estrecho que lleva a la vida...
- Que perseveremos y crezcamos en la práctica de la oración...
Ofrendas: Con los dones de pan y vino para el sacrificio, ofrecemos también el deseo de crecer en la humildad.
Cantamos:
Comunión: Jesús, paciente y humilde, nos fortalece para la vivencia de la humildad.
Mientras se distribuye la comunión, cantamos:
Despedida: La Virgen María, Servidora humilde del Señor, nos ayude a vivir la humildad.
Cantamos:
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